Tuesday, February 19, 2008

Cuadros de felicidad

Un día más mi vida da un giro. Una semana viajando hacia mi interior y descubriendo que una cosa es saber jugar y otra tomarse la vida como un juego. Abrir los ojos, mirar al cielo y fijarse en esa gran cantidad de estrellas que de vez en cuando iluminan el Maas, un cielo despejado como pocos que anuncia un día de sol, como el de hoy. Un cielo infinito que me hace ver que pisar fuerte es parte de la gran vida. Cerca de ti, de ti y de vosotros, porque me llenáis ese pequeño desconcierto con una sonrisa que grita felicidad y que no quiere hacerse más pequeña.

Una ceguera momentánea en el corazón que tiene cura y que me da más fuerza para ver más, para percibir cada matiz, valorar cada gesto, sentir cada palabra y gozar cada sonrisa. Interminables conversaciones en las que puedo escucharme a mí misma sin temor a equivocarme porque son todas parte de una rectificación consciente.

Ámsterdam es cada vez más mía, piso sus adoquines sin la incertidumbre de las primeras veces, me paro en el Dam, bordeo el Amstel y saludo una vez más la Casa de Anne Frank, sin entrar en ella, esta vez. Pero la piel se me eriza de nuevo. Un café lleno de recuerdos, un paseo accidentado y sin rumbo en el barrio rojo, también motivo de escalofríos... Un día grande que nos demuestra que sí. Que cada vez somos más libres y que cada reflejo de luz cambia la percepción de nuestra vida.

Además, gente que se va pero que seguirá conmigo. Porque lo percibo, porque me lo han hecho saber con sólo un gesto que demuestra. Gente con la que, sin darme cuenta, he ganado. Algo más que gente (suena demasiado impersonal...). Recuerdos imborrables, emociones y cuadros de felicidad que NUNCA, (nunca...) van a desaparecer de mi memoria...

Sunday, February 10, 2008

Carnival

Son las siete de la mañana en Maastricht, parece que la ciudad está dormida. Pero en la estación ya hay grupos de gente disfrazada que con una radio portátil se traslada a otro mundo plagado de espíritu carnavalesco. Les miro uno a uno con mi café en la mano y paso desapercibida porque también he entrado en el juego. Voy disfrazada, sí. Pero me siento como un personaje que acaba de aterrizar por arte de magia en la película equivocada. Llevan cervezas en la mano y se disponen como nosotras a ir a Venlo, una de las ciudades de Holanda con más tradición festivalera, después de Maastricht, claro. El viento húmedo y esa música tan ajena me despiertan instantáneamente y me llevan hacia el desenlace del film. En Venlo nieva, mis pies se hunden en una mousse de nieve blanca que crea atmósfera, que crea un mundo de reflejos y serpentinas. Donde hay confetti, música y miles de personas escondidas tras kilos de un maquillaje cuidadoso y perfecto.


Poco a poco todo se nos va haciendo familiar, bebemos cerveza, cantamos, saltamos, bailamos y nos rodeamos de dutch people veterana en el espectáculo. Niños, jóvenes y gente de todas las edades bailan en la efusividad de un carnaval lleno de colores que transcurre a cámara lenta, que teletransporta todas las mentes a un mundo sin prejuicios.

Maastricht también está de carnavales, todos los bares cambian su distribución y sustituyen la comida y el café por cerveza y más cerveza. A pesar del frío, las calles se llenan de gente que deja de pensar y se recrea en personajes excéntricos, escondiendo su propia identidad por unos días. Tras un disfraz bien cuidado todo se ve con otros ojos, te pierdes sin querer en una trama creativa y artística. Una verdadera exhibición rica en vestuarios, fantasias y escenarios teatrales en forma de carrozas. Un espectáculo sorprendente lleno de luz y digno de vivir en primera persona...

Saturday, February 2, 2008