Sunday, February 10, 2008

Carnival

Son las siete de la mañana en Maastricht, parece que la ciudad está dormida. Pero en la estación ya hay grupos de gente disfrazada que con una radio portátil se traslada a otro mundo plagado de espíritu carnavalesco. Les miro uno a uno con mi café en la mano y paso desapercibida porque también he entrado en el juego. Voy disfrazada, sí. Pero me siento como un personaje que acaba de aterrizar por arte de magia en la película equivocada. Llevan cervezas en la mano y se disponen como nosotras a ir a Venlo, una de las ciudades de Holanda con más tradición festivalera, después de Maastricht, claro. El viento húmedo y esa música tan ajena me despiertan instantáneamente y me llevan hacia el desenlace del film. En Venlo nieva, mis pies se hunden en una mousse de nieve blanca que crea atmósfera, que crea un mundo de reflejos y serpentinas. Donde hay confetti, música y miles de personas escondidas tras kilos de un maquillaje cuidadoso y perfecto.


Poco a poco todo se nos va haciendo familiar, bebemos cerveza, cantamos, saltamos, bailamos y nos rodeamos de dutch people veterana en el espectáculo. Niños, jóvenes y gente de todas las edades bailan en la efusividad de un carnaval lleno de colores que transcurre a cámara lenta, que teletransporta todas las mentes a un mundo sin prejuicios.

Maastricht también está de carnavales, todos los bares cambian su distribución y sustituyen la comida y el café por cerveza y más cerveza. A pesar del frío, las calles se llenan de gente que deja de pensar y se recrea en personajes excéntricos, escondiendo su propia identidad por unos días. Tras un disfraz bien cuidado todo se ve con otros ojos, te pierdes sin querer en una trama creativa y artística. Una verdadera exhibición rica en vestuarios, fantasias y escenarios teatrales en forma de carrozas. Un espectáculo sorprendente lleno de luz y digno de vivir en primera persona...

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