Saturday, October 11, 2008

Caos y armonía

Puede que sea una de las calles más evocadoras del mundo. Salgo de mi curso de italiano y la indecisión entre caminar un rato o subir al metro se desvanece al ver los pequeños rayos de sol que aun, a mediados de octubre, brotan del cielo. Oigo una música de fondo. Me suena. Guitarras, "rock alternativo", una de las canciones que no nos cansaremos de escuchar nunca. Wonderwall. You’re my wonderwall, que se ha convertido en autentico símbolo de nuestra generación. Una de tantas. Sin pensar saco unas monedas y resulta que sus caras también me son conocidas. Estudiantes de la universidad, dos chicos con mucho talento que no se desprenden jamás de sus guitarras. Me quedo con ganas de detenerme a hablar con ellos pero la profunda concentración en la que están absortos me echa para atrás y me quedo apoltronada en la fachada del ZARA de Preciados. Donde tanta gente entra y sale al cabo del día, a ritmo de vértigo, de consumo. Sonde yo misma me “inserto” cientos de veces por rutina sin pararme a ver lo que hay alrededor. Pero a veces, en días como hoy, una pequeña chispa para mi reloj.
No hubiera sido capaz de irme de no ser porque una manifestación de virus troyanos contra Panda me arrastra. Cuatro chiflados, o no, que se disfrazan de bacterias para proclamarse en contra de la nueva versión del software. Aturdida por ese anacronismo atravieso la FNAC. Para acortar camino o quizás sólo como quien cambia de dial. Y salgo a la calle del Carmen. Y delante de la placa grafiteada de El Corte Inglés suena potente Vivaldi, que ya es un clásico. En contraste con los dos universitarios, se expande el clasicismo de estos cinco músicos: tres violinistas, un celo y un bajo. Puede que más ad’hoc con el elitismo de los compradores de alto standing, que también se detienen y forman un pequeño anfiteatro. Es entonces cuando mis hojas en blanco me asaltan porque también quieren ver o escuchar el caos y la armonía. Y las saco de la carpeta.

Sunday, October 5, 2008

Vicky Cristina Barcelona


“Por qué tanto perderse, tanto buscarse, sin encontrarse...” Eso dice el hilo musical de la nueva sorpresa de Allen, una vez más, magistral. Eso sí, sin lugar alguno al doblaje. Obligada la versión original para captar los guiños a la comedia de lo que es en realidad una oda a las emociones, de inclasificable género. Dos turistas americanas y un verano en Barcelona. Un argumento, que de un vistazo, puede parecer vacío de contenido. Sin embargo, Woody Allen sabe hacer algo más que colorearlo para no dejar al público indiferente.

Vicky. Heredera de un moderno american way of life, sencilla, convencional y prometida con un hombre de estatus. Tiene toda su vida planeada y ella lo aprueba. Cristina. Emocional e impulsiva. No sabe lo que quiere pero sí lo que no quiere y está en busca de lo inencontrable. Sus planes, y la vida, con mayúsculas, se trastocan cuando conocen a Juan Antonio, un insuperable Javier Bardem espontáneo y carismático, que las invita en avioneta a pasar un fin de semana en Oviedo. Sin tapujos y recalcando de antemano su intención: hacer el amor. Porque la vida es corta.

Una escapada que se convierte en mucho más. La predispuesta Cristina sufre una fuerte indigestión. La reticente Vicky se ve obligada a estar a solas con un hombre del que desconfía. Y los convencionalismos de Vicky se van al traste cuando descubre a Juan Antonio y lo maravilloso de lo inesperado. Algo que, después, la torturará por dentro y la convertirá, a ella también, en víctima de la insatisfacción.

Pero Cristina, la eterna insatisfecha, encontrará una paradójica estabilidad junto a Juan Antonio. Bohemio y snob. Dedicado en cuerpo y alma a la vida y al arte. Amante del placer y enamorado de las emociones. Un personaje desprendido de clichés y dispuesto a cicatrizar sus heridas. Y la historia se complica. Aparece Maria Elena, su desquiciada y temperamental ex –mujer. Penélope. Fueron una pareja casi perfecta, pasional. Íntima. Pero lo ardiente quema.

Si bien parece la puesta en escena de una comedia de enredos, dista mucho de ello y, como todas las películas de Allen, es inclasificable. Vicky y Cristina, tropiezan con dos artistas. Dos artistas de talento innato que son la encarnación perfecta de esa insatisfacción intrínseca a la búsqueda de la pureza. La del arte y la del amor. La búsqueda de lo inencontrable, el permanente desasosiego de la especie humana, un afán palpitante por conseguir esa felicidad completa que, simplemente, es la mayor condena del hombre. Y todo esto, con Paco de Lucía y Entre dos aguas, Javier Aguirresarobe y su impecable fotografía y... Barcelona. También con su talento. Fantástica.

Ahora leeré las críticas. ¡Esto sólo es una opinión!



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Por qué tanto perderse, tanto buscarse, sin encontrarse
me encierran los muros de todas partes.
Barcelona... Te estás equivocando no puedes seguir inventando
que el mundo sea otra cosa y volar como mariposa.
Barcelona... Hace un calor que me deja
fría por dentro, con este vicio de vivir mintiendo.
Qué bonito seria tu mar si supiera yo nadar.
Barcelona... Mi mente está llena de caras de gente extranjera,
conocida, desconocida he vuelto a ser transparente.
No existo más. Barcelona...
Siendo esposas de tus ruidos, tu laberinto extrovertido.
No he encontrado la razón porque me duele el corazón.
Porque es tan fuerte, que sólo podré vivirte en la distancia
y escribirte una canción. Te quiero Barcelona…

(Giulia y los Tellarini, Barcelona)