Sunday, December 30, 2007

Mi generación

Un año que acaba, otro que empieza. Otra década para mí. Mi segunda, sí. Pero siento que me hago mayor, por muy ridículo que les parezca a los que me sacan unos cuantos años. Ahora ya siento que formo parte de una generación. La de los que hemos visto nacer inventos como el teléfono móvil, las videoconsolas, los ordenadores... Una generación que empezó jugando a los tazos que regalaban con las patatas y que en la adolescencia empezó a chatear, que se levantaba los sábados y desayunaba viendo las reemisiones de Heidi y las primeras temporadas de Doraemon. Que cambiaba cromos y pegatinas. Una generación que se encuentra entre los que tuvieron que luchar por todo y los que parecen no querer luchar por nada. A la que le preocupa la globalización pero es consciente de que forma parte de ella; porque podemos ser Erasmus, probar la comida china en nuestro barrio o cenar en un Kebab antes de volver a casa. Algunos hemos tenido la suerte de escuchar testimonios de la guerra de nuestros abuelos o la desgracia de estar cerca de una de tantas amenazas de bomba. No sabemos vivir sin el móvil pero todavía usamos el fijo, descargamos películas de Internet pero todavía vamos al cine.

Ya teníamos uso de razón cuando había dos monedas en circulación. Para nuestros padres era un lío. A nosotros no nos costó mucho, pero también sabemos lo que son las pesetas. Sentimos que somos jóvenes porque hablamos en euros, pero nos vemos demasiado mayores cuando le explicamos a un niño que las chuches costaban un duro y que las tiendas que ahora son de chinos antes eran “todo a 100”. Leemos prensa por Internet pero sabemos que un quiosco no es un lugar en el que venden sólo souvenirs y caramelos, sino también periódicos y revistas. Hemos crecido con telebasura, pero también hemos visto debates políticos y documentales, añoramos Barrio Sésamo y sabemos quien era Chanquete, aunque sea de oídas.

Hemos tenido la suerte de conocer a Papá Noel, pero también sabemos quienes son los Reyes Magos. Escribíamos la carta (¡A MANO!), dejábamos una bota y no un calcetín y queríamos que nos tiraran caramelos en la cabalgata. Sabemos que el 1 de noviembre no sólo es el día después de Halloween, sino que las abuelas van al cementerio y que se comen castañas. Supongo que como en todas las épocas, sentimos propias cosas del pasado. Aunque nuestra memoria histórica sea joven ya somos parte de la historia. Sabemos lo que fue el “efecto 2000” y hemos visto fotos del 11-S en nuestros libros de historia. No sólo eso, si no que también lo vimos en directo. Hemos presenciado un cambio de milenio, que no es poco. Nuestro propósito: hacer que los que vienen, los que ahora empiezan a crecer, también conozcan todas esas cosas que hemos vivido y no olviden que el pasado, además del presente y el futuro, también construye nuestra vida.
(Barcelona, -27 horas para el 2008)

Sunday, December 16, 2007

Aterrizajes

Un mes y mil emociones. Tres viajes. Tres países. Demasiados sentimientos a flor de piel, demasiadas historias, decepciones y sorpresas. Momentos incómodos, confusiones... Pero siento que crezco un poco más. Algo se está organizando en mi cabeza y, párrafo por párrafo, el texto de mi vida me cuenta lo que realmente quiero.

El viaje a Suecia fue el primero de una cadena de idas y venidas que espero que siga su curso. Descubrir un nuevo país, sentir que estás en territorio desconocido, que todo es distinto, la cultura, el clima, las casas, la luz, los colores, el mar, el idioma... Eso siempre es una gran sensación, algo inexplicable que hace que un suspiro inocente recorra todo tu cuerpo y que te haga más vulnerable a las emociones. Las calles estrechas de Gamla Stan, un paseo en barco por una ciudad compuesta de 17 islas. Encontrarme frente a un barco que naufragó hace cuatrocientos años y que el hombre ha sido capaz de reconstruir a la perfección, haciendo su historia más viva. ¿Realmente somos tan pequeños? ¿Realmente no somos nada?
Chocolate caliente antes de entrar en un bar a menos cinco grados de temperatura, vasos de hielo... La imagen de una ciudad dormida, una capital con luz pero muy apagada, en la que por la noche todo duerme. Reliquias arquitectónicas, la guardia real y el chispeo de una lluvia permanente. Un ayuntamiento encima del mar, la evocadora sala de oro dónde los Nobel premiados celebran sus galardones. Después de este bonito recorrido entramos rápido en la estación de Uppsala, una ciudad universitaria a la que decidimos ir como buenos Erasmus. ¿Libres?







Cuatro días más tarde aterrizo en Copenaghen, con la ilusión de visitar a una gran amiga que siempre está conmigo. Emociones. Largas conversaciones. Intuiciones. Conexión. La ciudad vieja de Aarhus no tiene desperdicio, es una oportunidad única de ver un museo real y de ver, de nuevo, que el hombre puede hacer cosas maravillosas...



Leiden, visita obligada y deseada a la vez. La cita de todos los años, que tuvo lugar esta vez de una forma muy extraña y breve. Las risas de siempre, con la gente de siempre. Aquella que a pesar de la distancia sigue ahí y que tanto se hace querer... Me fascina que aunque todo cambie haya cosas que sigan igual...