Tuesday, November 18, 2008

No todos los finales son Made in Hollywood


No todo es Hollywood. Si buscamos en las salas de cine podemos encontrar grandes producciones con talentos escondidos y con grandes galardones. Daniel Burman nos trae a España El Nido Vacío. El relato de un escritor de éxito que pierde el referente de su vida en Buenos Aires.En nuestra cartelera podemos encontrar grandes obras y también grandes productos de marketing. Algunas películas cobran visibilidad semanas antes de estar en la gran pantalla. Desde la televisión hasta las marquesinas de autobús, las distribuidoras hacen un despliegue publicitario de películas que, a veces, son buenas. Sin embargo, muchas otras producciones pasan desapercibidas. Por falta de inversión publicitaria o quizás porque no es lo mismo escuchar Made in Hollywood que, por ejemplo, Made in Argentina.


Es el caso de El nido vacío, una película de Daniel Burman que relata la historia de un matrimonio que sufre una etapa de distanciamiento. En una relación madura y en la que se acentúan las diferencias entre ambos. Sobre todo, cuando se dan cuenta de que la casa se les ha quedado grande con la marcha de sus hijos, que eran el motor de su vida.Leonardo es escritor y está en plena crisis existencial. Lo efímero de la fama le hace darse cuenta de que su vida está absolutamente construida por los demás, ya sea la opinión pública o su propia red social.


Queda claro desde la secuencia inicial. Una cena en la que todos, menos él, dan respuesta a las preguntas que le hacen sobre su vida, incluida su mujer. Quizás ella tiene más capacidad para la dialéctica. Es una profesora universitaria, abierta y con un espíritu muy joven. Esa facilidad de adaptación y ese dinamismo son cosas que abruman a su marido. Hasta el punto de sentirse totalmente extraño a todo lo que le rodea y quedarse atrapado en la nostalgia de su pasado. Así es como entra en una espiral: se encierra en su interior y se queda al margen de la vida social de su mujer, hasta que decide buscar soluciones para aceptarse a sí mismo y a los demás. Nos traslada al sentimiento de impotencia. Querer que las cosas transcurran de una determinada manera cuando ya han transcurrido, querer mitigar los errores del pasado.

El personaje principal está magistralmente interpretado por Oscar Martínez, uno de los grandes en Argentina, con un papel que le ha hecho ganar la Concha de Plata al Mejor Actor en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián. En el reparto le acompaña Cecilia Roth, a la que ya hemos visto en grandes producciones españolas como Todo sobre mi madre. Sin embargo, es de esas películas que sólo la sala Renoir nos da ahora la oportunidad de ver. Y merece la pena hacerle un hueco.

Saturday, October 11, 2008

Caos y armonía

Puede que sea una de las calles más evocadoras del mundo. Salgo de mi curso de italiano y la indecisión entre caminar un rato o subir al metro se desvanece al ver los pequeños rayos de sol que aun, a mediados de octubre, brotan del cielo. Oigo una música de fondo. Me suena. Guitarras, "rock alternativo", una de las canciones que no nos cansaremos de escuchar nunca. Wonderwall. You’re my wonderwall, que se ha convertido en autentico símbolo de nuestra generación. Una de tantas. Sin pensar saco unas monedas y resulta que sus caras también me son conocidas. Estudiantes de la universidad, dos chicos con mucho talento que no se desprenden jamás de sus guitarras. Me quedo con ganas de detenerme a hablar con ellos pero la profunda concentración en la que están absortos me echa para atrás y me quedo apoltronada en la fachada del ZARA de Preciados. Donde tanta gente entra y sale al cabo del día, a ritmo de vértigo, de consumo. Sonde yo misma me “inserto” cientos de veces por rutina sin pararme a ver lo que hay alrededor. Pero a veces, en días como hoy, una pequeña chispa para mi reloj.
No hubiera sido capaz de irme de no ser porque una manifestación de virus troyanos contra Panda me arrastra. Cuatro chiflados, o no, que se disfrazan de bacterias para proclamarse en contra de la nueva versión del software. Aturdida por ese anacronismo atravieso la FNAC. Para acortar camino o quizás sólo como quien cambia de dial. Y salgo a la calle del Carmen. Y delante de la placa grafiteada de El Corte Inglés suena potente Vivaldi, que ya es un clásico. En contraste con los dos universitarios, se expande el clasicismo de estos cinco músicos: tres violinistas, un celo y un bajo. Puede que más ad’hoc con el elitismo de los compradores de alto standing, que también se detienen y forman un pequeño anfiteatro. Es entonces cuando mis hojas en blanco me asaltan porque también quieren ver o escuchar el caos y la armonía. Y las saco de la carpeta.

Sunday, October 5, 2008

Vicky Cristina Barcelona


“Por qué tanto perderse, tanto buscarse, sin encontrarse...” Eso dice el hilo musical de la nueva sorpresa de Allen, una vez más, magistral. Eso sí, sin lugar alguno al doblaje. Obligada la versión original para captar los guiños a la comedia de lo que es en realidad una oda a las emociones, de inclasificable género. Dos turistas americanas y un verano en Barcelona. Un argumento, que de un vistazo, puede parecer vacío de contenido. Sin embargo, Woody Allen sabe hacer algo más que colorearlo para no dejar al público indiferente.

Vicky. Heredera de un moderno american way of life, sencilla, convencional y prometida con un hombre de estatus. Tiene toda su vida planeada y ella lo aprueba. Cristina. Emocional e impulsiva. No sabe lo que quiere pero sí lo que no quiere y está en busca de lo inencontrable. Sus planes, y la vida, con mayúsculas, se trastocan cuando conocen a Juan Antonio, un insuperable Javier Bardem espontáneo y carismático, que las invita en avioneta a pasar un fin de semana en Oviedo. Sin tapujos y recalcando de antemano su intención: hacer el amor. Porque la vida es corta.

Una escapada que se convierte en mucho más. La predispuesta Cristina sufre una fuerte indigestión. La reticente Vicky se ve obligada a estar a solas con un hombre del que desconfía. Y los convencionalismos de Vicky se van al traste cuando descubre a Juan Antonio y lo maravilloso de lo inesperado. Algo que, después, la torturará por dentro y la convertirá, a ella también, en víctima de la insatisfacción.

Pero Cristina, la eterna insatisfecha, encontrará una paradójica estabilidad junto a Juan Antonio. Bohemio y snob. Dedicado en cuerpo y alma a la vida y al arte. Amante del placer y enamorado de las emociones. Un personaje desprendido de clichés y dispuesto a cicatrizar sus heridas. Y la historia se complica. Aparece Maria Elena, su desquiciada y temperamental ex –mujer. Penélope. Fueron una pareja casi perfecta, pasional. Íntima. Pero lo ardiente quema.

Si bien parece la puesta en escena de una comedia de enredos, dista mucho de ello y, como todas las películas de Allen, es inclasificable. Vicky y Cristina, tropiezan con dos artistas. Dos artistas de talento innato que son la encarnación perfecta de esa insatisfacción intrínseca a la búsqueda de la pureza. La del arte y la del amor. La búsqueda de lo inencontrable, el permanente desasosiego de la especie humana, un afán palpitante por conseguir esa felicidad completa que, simplemente, es la mayor condena del hombre. Y todo esto, con Paco de Lucía y Entre dos aguas, Javier Aguirresarobe y su impecable fotografía y... Barcelona. También con su talento. Fantástica.

Ahora leeré las críticas. ¡Esto sólo es una opinión!



---
Por qué tanto perderse, tanto buscarse, sin encontrarse
me encierran los muros de todas partes.
Barcelona... Te estás equivocando no puedes seguir inventando
que el mundo sea otra cosa y volar como mariposa.
Barcelona... Hace un calor que me deja
fría por dentro, con este vicio de vivir mintiendo.
Qué bonito seria tu mar si supiera yo nadar.
Barcelona... Mi mente está llena de caras de gente extranjera,
conocida, desconocida he vuelto a ser transparente.
No existo más. Barcelona...
Siendo esposas de tus ruidos, tu laberinto extrovertido.
No he encontrado la razón porque me duele el corazón.
Porque es tan fuerte, que sólo podré vivirte en la distancia
y escribirte una canción. Te quiero Barcelona…

(Giulia y los Tellarini, Barcelona)

Sunday, September 14, 2008

Sicilia

Cinco meses sin escribir ni una línea, pensando en los desconocidos que leen y no tienen porqué. Pero es lo que tiene el blog...
Así que ya va siendo hora de actualizar... Y por petición expresa, empezaré por el principio...

-----

Y le dijo la sartén al cazo... ¿Por qué no vamos a la playa? Algo así como Chavez al Rey, pero en el mes de abril, cuando en Holanda sólo caía lluvia... Unos billetes de Ryanair tirados de precio. Aunque como era de esperar, lo de llegar a Trapani era misión imposible. Autobús a Aachen, tren a Dusseldorf, autobús al aeropuerto de Weeze… Cargamento de sandwiches. Y de repente en otra vida (si acaso) aterrizamos en Trapani, un ex aeropuerto militar, oxidado y gris. Desgastado. Dos tristes puertas de embarque y un baño que parecía la casa del terror...
Y al salir, nubes. Casi 30 grados al dejar Maastricht... Y nubes en Sicilia. Thelma y Louise se miran con cara de desilusión, pero sin decir ni una palabra. Y entonces llega la lluvia... Y el pequeño mapa sacado de Internet se empieza a mojar. Pero... Antes de llegar a la desesperación, aparece Mariella, como por arte de magia. “Acompañadme a correos y os llevo al hostal, que tengo que escribirle una carta a mi hija... Porque yo también tengo una hija de vuestra edad, ¿sabéis? Y no quiero que se olvide de mí”. Total: que la desconocida Mariella nos salvó la vida y nos llevó en coche a ese Bed & Breakfast que sólo se manifestaba con un pequeño cartel milimétrico en el telefonillo.

Trapani es un pueblo de costa, antiguo, de pescadores. Sobrio. Pero lleno de pequeños rincones, de bares que ofrecen cous cous, gelatto y magnífico capuccino. Entre el mar y el monte Erice, fue ciudad fortificada fundada por los Fenicios en el siglo IX antes de cristo. Centro de comerciantes y artesanos. Una de esas joyitas escondidas de la historia...

Excursión a Favignana, Isla Egada con forma de mariposa. Nos hace ver que sí hay playa y que sí hace sol en Sicilia. Como buenas “ciudadanas” neerlandesas, alquilamos bicis y cual amigas de Chanquete recorremos la isla, pasando por la preciosa Cala Rossa (sin arena... Pero un paraíso natural entre rocas), dando con auténticos sicilianos (hambrientos) y haciéndonos amigas de la tripulación del barco, que nos propina con un bonito viaje en cabina.

Palermo nos esperaba y La Odisea también. El hotel reservado era un decadente edificio en construcción que nos iba a traer por el camino de la amargura. Dimos con una floristería y allí Catalina (nueva amiga) nos hizo ir al hotel de al lado, el “Ambassadori”, nada menos que de cinco estrellas... Porque resulta que Catalina conocía a Aida, la encargada del hotel, que a su vez conocía a Roberta, la recepcionista, que durante media mañana se dedicó a llamar a todos los hoteles de Palermo para acoger a esas “due carine ragazze”, estudiantes y sin un duro pero muy majas ellas. Resultado: apartamento céntrico, casi regalado, con todos los accesorios imaginables (cocina, baño, dvd...). ¿Tampoco pedíamos tanto, no?

Palermo y su teatro, el segundo más grande de Europa, edificios majestuosos, aunque descuidados y manchados por la campaña electoral. Limoncello, la playa de Mondello. Cefalú, otro pueblo entre mar y montaña. Pizza. Vuelta a Trapani y overbooking inesperado en el hostal pero, como no, un viaje en coche con el encargado que nos llevó a otro hostal también de su propiedad. Conclusión: los italianos están locos. Y, sí: son un peligro al volante. Maravilloso viaje. Le dijo la sartén al cazo.

Wednesday, April 2, 2008

El corazón late



Cruzar una frontera endeble, llegar a una estación azul y blanca, como el Schalke 04, el tesoro de Gelsenkirchen... Por inercia nos dirigimos al Veltins Arena, un estadio tan lejano y desconocido para nosotros como para la plantilla. Cubierto y perdido, por cierto, en medio de la nada, en una especie de monte desértico empapado por la lluvia. Lo rodeamos una y otra vez, pasando por los pocos chiringuitos en los que venden cerveza a precio de oro. Pero la experiencia empieza a tomar color, con una penya que canta las canciones más populares, con un sentimiento adoptado pero más intenso que ninguno. Boixos nois que conducen 1200 kilómetros para poder ver a su equipo, para meter caña a un Barça en letargo... Una afición un tanto desencantada pero que sigue ahí, enmascarando las voces alemanas con un Tot el Camp a capella y demás himnos de gradas.


El himno de la Champions nos mete de lleno en el espectáculo, nos hace ver que estamos ahí, que lo estamos viviendo en primera persona, en el corazón de Europa, como si estuviéramos en casa. Bueno, quizás en casa no es la palabra, nada que ver con un partido en nuestro campo, donde la afición blaugrana no es un punto negro en el estadio...


Salen al campo, a demostrar que son grandes si es que todavía pueden. Y sí, se mire por donde se mire, son buenos. Son estrellas. Estrellas que a veces esconden su eficacia por abusar de su propia confianza, desdeñando a una afición fiel. Por eso en ese momento no podemos echarles nada en cara, porque a pesar de todo se llevan un triunfo acariciado por el pequeño Bojan, el niño grande del Barça. Suena estúpido, a tópico o a hipérbole. Pero el corazón late.

El partido no fue brillante. Pero a pesar de ello dominaron el campo contrario y eso merece un viaje... Madridistas: sí, sufrimos al final con esos cuatro córners que casi nos llevan al empate, ¡pero no fue así! El Schalke no fue muy creativo y la defensa demostró que a pesar de tener desencantados a sus seguidores... El Barça es el Barça... ;)


La noche terminó en la oscuridad de ese pueblo/ciudad que sólo huele a fútbol, con una ruta de los bares más excéntricos que nos provocaron risas entre alguna que otra cerveza. Un incidente con el mechero que casi me deja sin pelo -aunque parezca mentira- pero también motivo de risas. Algún que otro intercambio de palabras con los del Schalke, correctos, cercanos y muy venerables porque mantenían la cabeza bien alta con una sonrisa simpática. Un viaje de vuelta encadenando trenes entre cabezadas. Una experiencia irrepetible, difícil de contar con palabras y, como tantas, imborrable.

Tuesday, March 18, 2008

Siempre contigo

El mar. El de siempre. Fuerte y estático en un día de sol, escucha el sonido de una armónica en el puerto de Barcelona. Una canción sin rumbo que me detiene, cómo a las gaviotas. Estoy entre mar y montaña, entre lo urbano y lo salvaje. Donde nací y donde aprendí a crecer. Todo se mueve a cámara lenta, respiro y escucho cómo el viento ondea las palmeras del paseo marítimo.

Es un cuento de hadas con todos los ingredientes del desenlace. Junto al mar. Libre. Él no me juzga, sabe que siempre voy a estar ahí, que aunque esté lejos siempre vuelvo. Que es parte de mi vida. Le hago una declaración y sabe que le siento. Sabe que nunca va a dejar de sorprenderme, porque cada vez tiene un color distinto. Un matiz de experiencia.

Transeúntes en bicicleta, pasajeros, visitantes, perros fieles... Todos pasan junto a él... Les contempla y les desea suerte, como siempre hace conmigo.

Barcelona es mágica. Está entre azules. El del cielo y el del mar. El de la tranquilidad de todos los que pasean, del que toca la guitarra en el muelle y lanza miradas cómplices... ¿Nos hemos visto alguna vez?

El barrio gótico. Las calles estrechas de los comerciantes, los pequeños negocios, las terrazas de la Plaza Real. Músicos espontáneos y artistas en las Ramblas, cafés y teatros con solera bohemia. Santa Maria del Mar, el bullicio de Plaza Catalunya, la interminable Sagrada Familia...

Siento que nunca me he ido, siento que el tiempo no pasa en esta ciudad en la que brotan el dinamismo y la armonía. Junto al mar. Mi mar. Nunca me cansaré de decírtelo...

Wednesday, March 5, 2008

Vivir

Cruzar el puente en un dia de sol, hacer que a la vez todo y nada cuente. Abstraerse por un instante hacia un mundo sin obligaciones ni prejuicios. Bailar hasta el amanecer, volver a casa, no mirar el reloj ni preocuparse por él. Olvidar el pasado, volver a arriesgar, hablar de la lluvia y divagar... Quedarse con las personas, con sus frases, sus bromas, su risa y sus miradas... No contar los días, no pensar en el ayer, disfrutar del hoy hoy y mañana del mañana. Escuchar una canción, recordarla y añorar ese momento. Pensar en la experiencia irrepetible, imborrable, en los recuerdos que no se escapan... Que no se acaban.... Soñar despierto y dormido, ver la luz del día y de la noche... Una voz que susurra obliga a volver a la realidad, a las responsabilidades... Pero compatibles con esa nube de cartón que tanto y tantas cosas hace sentir... ¡VIVIR! Esa es la base de nuestra experiencia...

Tuesday, February 19, 2008

Cuadros de felicidad

Un día más mi vida da un giro. Una semana viajando hacia mi interior y descubriendo que una cosa es saber jugar y otra tomarse la vida como un juego. Abrir los ojos, mirar al cielo y fijarse en esa gran cantidad de estrellas que de vez en cuando iluminan el Maas, un cielo despejado como pocos que anuncia un día de sol, como el de hoy. Un cielo infinito que me hace ver que pisar fuerte es parte de la gran vida. Cerca de ti, de ti y de vosotros, porque me llenáis ese pequeño desconcierto con una sonrisa que grita felicidad y que no quiere hacerse más pequeña.

Una ceguera momentánea en el corazón que tiene cura y que me da más fuerza para ver más, para percibir cada matiz, valorar cada gesto, sentir cada palabra y gozar cada sonrisa. Interminables conversaciones en las que puedo escucharme a mí misma sin temor a equivocarme porque son todas parte de una rectificación consciente.

Ámsterdam es cada vez más mía, piso sus adoquines sin la incertidumbre de las primeras veces, me paro en el Dam, bordeo el Amstel y saludo una vez más la Casa de Anne Frank, sin entrar en ella, esta vez. Pero la piel se me eriza de nuevo. Un café lleno de recuerdos, un paseo accidentado y sin rumbo en el barrio rojo, también motivo de escalofríos... Un día grande que nos demuestra que sí. Que cada vez somos más libres y que cada reflejo de luz cambia la percepción de nuestra vida.

Además, gente que se va pero que seguirá conmigo. Porque lo percibo, porque me lo han hecho saber con sólo un gesto que demuestra. Gente con la que, sin darme cuenta, he ganado. Algo más que gente (suena demasiado impersonal...). Recuerdos imborrables, emociones y cuadros de felicidad que NUNCA, (nunca...) van a desaparecer de mi memoria...

Sunday, February 10, 2008

Carnival

Son las siete de la mañana en Maastricht, parece que la ciudad está dormida. Pero en la estación ya hay grupos de gente disfrazada que con una radio portátil se traslada a otro mundo plagado de espíritu carnavalesco. Les miro uno a uno con mi café en la mano y paso desapercibida porque también he entrado en el juego. Voy disfrazada, sí. Pero me siento como un personaje que acaba de aterrizar por arte de magia en la película equivocada. Llevan cervezas en la mano y se disponen como nosotras a ir a Venlo, una de las ciudades de Holanda con más tradición festivalera, después de Maastricht, claro. El viento húmedo y esa música tan ajena me despiertan instantáneamente y me llevan hacia el desenlace del film. En Venlo nieva, mis pies se hunden en una mousse de nieve blanca que crea atmósfera, que crea un mundo de reflejos y serpentinas. Donde hay confetti, música y miles de personas escondidas tras kilos de un maquillaje cuidadoso y perfecto.


Poco a poco todo se nos va haciendo familiar, bebemos cerveza, cantamos, saltamos, bailamos y nos rodeamos de dutch people veterana en el espectáculo. Niños, jóvenes y gente de todas las edades bailan en la efusividad de un carnaval lleno de colores que transcurre a cámara lenta, que teletransporta todas las mentes a un mundo sin prejuicios.

Maastricht también está de carnavales, todos los bares cambian su distribución y sustituyen la comida y el café por cerveza y más cerveza. A pesar del frío, las calles se llenan de gente que deja de pensar y se recrea en personajes excéntricos, escondiendo su propia identidad por unos días. Tras un disfraz bien cuidado todo se ve con otros ojos, te pierdes sin querer en una trama creativa y artística. Una verdadera exhibición rica en vestuarios, fantasias y escenarios teatrales en forma de carrozas. Un espectáculo sorprendente lleno de luz y digno de vivir en primera persona...

Saturday, February 2, 2008

Thursday, January 31, 2008

Madrid

Madrid de noche. Miles de luces conforman el esquema perfecto de una gran ciudad, que cada vez es más mía y que cada vez suma más recuerdos en mi memoria. Que se queda aquí abajo pero que no me deja decirle adiós. Porque nos une el amor y el odio, porque tenemos una relación tan pasional que necesita pausas. Pero que nos atrapa cuando llega la despedida. La luna en cuarto menguante me empuja hacia esta nueva etapa, hacia una segunda parte que me promete muchas cosas.

Una vez más vuelo. Vuelo de vuelta, pero también de ida. No me da miedo tener grandes expectativas porque sé que marcan los pasos que sigue el segundero de nuestra vida, y porque no hay decepción sin sorpresa... Llego a Maastricht por inercia, sin haber dormido en toda la noche, de repente me encuentro frente a la estación. Miro a mi alrededor, me paro cinco minutos a contemplar esta ciudad llena de rincones escondidos que hay que saber descubrir, que no relucen por sí solos... Me pierdo entre canciones y fotos que van pasando a cámara lenta por mi cabeza, de esas que quedan ahí... Madrid. Cuatro días muy intensos. Plenitud y sorpresas. Charlas inacabadas, esos pocos amigos que están ahí y un ambiente familiar me recuerdan que mi sitio sigue estando aquí, aunque el ritmo de mi vida se acelere cada día más. La despedida siempre es dura. Cada vez más. Porque cada vez los recuerdos son más fuertes...

Saturday, January 26, 2008

Recuerdos

Gente. Gente que camina. Unos mirando al cielo y otros al suelo. Gente que respira. Algunos hondo y con ganas. Unos caminan sin rumbo, otros lo están buscando y los demás saben a dónde van. Unos se levantan por la mañana pensando que va a ser un gran día y otros dan mil vueltas en la cama sin recordar todo lo bueno que tienen alrededor... Unos sueñan demasiado, otros sólo cuentan realidad. Unos aman, otros odian. O quizás, simplemente, todos nos hemos sentido así alguna vez.

Toda esa gente, cada una de las personas que nos rodean, da color a nuestra vida. Pasajeros, transeúntes, conocidos, amigos. Toda esa gente hace que nuestra vida merezca la pena. Unos más y otros menos. Porque reímos o lloramos. Filosofamos o hablamos de cosas insustanciales. Vivimos momentos increíbles. Bebemos, dormimos, tomamos café, viajamos. Aprendemos, nos volvemos locos, gritamos o susurramos. Guardamos imágenes perennes en nuestra memoria, sin miedo a la nostalgia ni al futuro, las almacenamos porque QUEREMOS que queden ahí... Y porque sabemos que han marcado nuestra vida. Porque nos han hecho sentir. El tiempo pasa y al final sólo queda en nuestro recuerdo. Pero un recuerdo fuerte, intenso, que cuando despierta infunde en nosotros una explosión de brillo y roza todos nuestros poros.

Todo da vueltas. Unos vienen y otros se quedan. Otros se van... Nada menos importante y nada para siempre. Por que no todo quede aquí y la vida nos siga encontrando...

Sunday, January 20, 2008

Sueños

¿Cuántas vueltas da la vida? “La vida son escenarios, ahora estás aquí, conmigo, dentro de dos horas estarás en otro lugar, cenando con otra gente... Seguirá siendo tu vida”. Después de escuchar esa frase me di cuenta de que las pequeñas piezas de lo que aparenta ser un puzzle desordenado sólo tienen sentido para uno mismo. Para nadie más. Desde fuera parece un todo incomprensible, una trama caótica. Sólo nosotros somos capaces de comprenderlo. Eso sí, con mucha fuerza de voluntad.
No se descifra todo a simple vista. Por eso me tomo tiempo, me tomo tiempo para pensar en mí, en mis cosas, por muy egocéntrico que parezca creo que es uno de los mejores ejercicios para crecer. Creo que hay que aprender a conocerse, a ordenar el puzzle y a aceptar cada una de las partes que nos componen. Porque nuestra identidad no encaja sola, porque puede ser inconexa y estar desordenada. Aprendo a aceptar lo bueno y lo malo de mí misma, a quererme un poco más. Conozco mis sentimientos, cosas nuevas, que me aturden, me conmueven y a la vez me enorgullecen. Porque sentir es un regalo, un don. Emociones a flor de piel, sueños de cartón, que se rompen en un abrir y cerrar de ojos, pero que se pueden pegar.
Cada día es una sorpresa, no hay que perder el tiempo haciendo planes milimétricos, por eso, porque la vida da muchas vueltas. Pero podemos soñar. Soñar es gratis y, con fuerza, hacemos realidad muchas cosas.